
Aprender a conversar en otro idioma me ayuda mantener la humildad. Empezando con el inglés, inventé palabras innovadoras como niña. Lo llamé a la fruta que se encuentra en Minnesota y en Chile, “cuerpo-azul.” (para decir arándano). Los panqueques con cuerpo-azules que cocinan mi papá eran y son favoritos de la familia.
Mi primer año de la escuela secundaria, quería explicarle a la maestra que yo tenía vergüenza. Le dije, “Estoy embarazada.” Mas avergonzada aún me sentí al encontrar mi error, pero tuve que reírme. La próxima semana, un amigo mío hizo el mismo error, diciendo, “Estoy embarazado.” Bastante “encinta” estaba cuando se dio cuenta de lo que nos dijo, pero podía reírse.
Cada década como aprendiz del castellano, pienso que tengo el vocabulario que necesito, hasta que yo encuentre un país hispanohablante nuevo. Aprendí la palabra mexicana para el vehículo que uno conduce, carro, en la escuela secundaria. Pero, al llegar en España, entendí que carro era algo pequeño para cargar cosas, y aprendí el uso de “coche”. Mi marido y yo vivimos en Chile en 2001. En Santiago, le dije a una amiga, “Hay muchos coches en la calle.” Me lo negó con el dedo y me dijo, “Coches, no. ¡Autos!” (En Chile un coche es algo que se usa con caballo o para llevarse a los niños).
Mis mexicanismos no se entendieron para nada en Chile. Para la cena de mi marido y yo, pedí “carne de res” en una carnicería en Santiago.
El carnicero me dio una mirada rara, diciendo, “¿Carne de qué?” ¡Ja, ja, ja!
Insegura, le contesté, “¿Carne de vaca?”
Me corrigió, “Carne.”
“Muy bien, dos kilos de carne, por favor.”
Un día un amigo y yo conversamos sobre la comida fresca en el Mercado Central. Le dije, “Me gusta como no lleva preservativos.” El tenía que reír. “No, Rebecca. No tiene preservativos. Tampoco tiene preservantes.” ¡Ay, que risa! Allí no terminé de cometer errores. Otro amigo chileno quería practicar el inglés y yo el español. Le sugerí un “intercambio de lenguas”.
Su risa escapó por su nariz. “¿Segura? ¿De lenguas?” Nos partimos de la risa.
“Mejor dicho, de idiomas?”
“Sí, de idiomas.”
De hablar castellano aprendí que cometer un error no es el peor resultado que uno puede experimentar. Nunca errar lo es. Reírse de las fallas propias es una herramienta importante en la vida. Nos pone en camino para el autoconocimiento. Tomarnos menos en serio nos transforma. Así es que realizamos la pasa interior. (Paz ; )
(Además, ¡tengo errores en lo anterior! Que divertido. ; )
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