Una noche de terciopelo en La Mancha rural brincando con un toro bebe de sólo una tonelada. ¿Qué pasaría de malo? Tres docenas de alumnos del programa toledeano nos sentamos en el patio del rancho bebiendo sangría. El enfoque central de la salida era una capea a la española; jugar al escondite con un torito no más alto que mis hombros en una pequeñita plaza de toros. Cuando llegó mi turno, pasaba un momento muy breve expuesta en la plaza antes de correr a la protección cuando me miró el torito con sus cuernos incipientes. Aunque tenía yo 20 años, creyó en mi mortalidad. Dos personas nos entretenían con su coraje, un estadounidense y una mexicana. Ellos tenían mucho más valor que yo lo saltaron como si fuera un caballo con arcos de la gimnasia. Los aclamamos con ruidez y volvimos al patio para tomar más sangría.

En contra de la regla femenina de los barres, terminé mi bebida abandonada en vez de pedir una copa nueva. Mastique con voracidad la fruta, sorprendida con una naranja crujiente. Una aguja fina me penetró la mejilla. El dolor radiaba del punto de contacto y mi mente intentaba encontrar la frase adecuada para la situación, “Una abeja… No, una avispa me picó en la boca.” Mi mejilla izquierda inflamaba y le dije a la directora del programa las noticias. Ella movía rápidamente para buscarme tratamiento para esta emergencia. Me sentaba a su lado en el auto, y su amigo empezó a conducir. La directora usaba tecnología de teléfono portátil que solo había visto en el programa de espías, Get Smart. Cuando empezaba a preguntarla sobre esta curiosidad, me dijo, “Descansa.”

Ella encontró una farmacia en un pueblito diez minutos del rancho que viajamos en sólo cinco minutos y llamó para pedir su ayuda. Aunque era tarde, el farmacista bajo de su pieza arriba de la tienda, me miró la boca, me preguntaba sobre mi experiencia, y me recogió dos remedios; uno para el interior de la boca y otro una píldora antihistamínica para prevenir inflamación extrema. Por una semana yo parecía una ardillita con los nueces en una sola mejilla. A veces es más poderosa una avispita que un toro bravo.

¿Cuál es tu experiencia de salud más sorprendente, o en o fuera de tu país?

Gracias por el apoyo. Este blog cumple medio año hoy! ¡Olé! -Rebecca

To read this blog in English, click on The Last Time I Drank Sangría.