Estoy enamorada de las bibliotecas desde la infancia. Nuestra madre nos llevaba todas las semanas a la biblioteca pública local dos kilómetros de la casa por los senderos en las orillas del arroyo Minnehaha en Minneapolis para hojear los contenidos de los estantes en la sección infantil. Cuando estaba en la primaria, saque todas las historias con tapas duras y blandas que fisicamente podía llevar en brazos de nuestro paraíso de libros. Usualmente la cantidad llegaba hasta una docena. Yo quedaba dentro del hogar incluso los días bonitos para sumergirme en el mundo de la imaginación. La serie de Clifford, el gigantesco perro rojo era una favorita en aquellos días. Tan grande era, tan amable, tan torpe, pero leal hasta la muerte a su ama Susie. Entonces entraba en los reinos mágicos de El Gran Libro Amarillo de las Hadas y El Gran Libro Azul de las Hadas.

Cuando entraba yo en la mania de la mitología en el sexto grado, yo dependía mucho en la biblioteca. Leía cada colección cultural que fuera disponible. Los cuentos griegos y romanos eran fáciles de localizar. Memorizaba nombres de dioses y diosas antiguos. Otras culturas eran más rebuscadas. Si encontraba historias rusas, las de indígenas de las Américas, y de la China. Disfrutaba de lo único y lo universal de cada una.

Durante la escuela secundaria y la universidad, empezaba a estudiar en los bibliotecas. Ay, el silencio bello de aquellos días. Aprendía datos, leía textos y los sumaba en apuntes a mano. En la Universidad de Texas, mi lugar favorito para hojear mis libros de la literatura española y latinoamericana era la biblioteca de arquitectura. Techo de madera al estilo español y ventana amplias que dejaran entrar la luz natural en las mesas de estudio, tanto como la iluminación de ideas nuevas.

¿Que tal las bibliotecas de Sudamérica? No tengo un montón de experiencia, pero les cuento un poco de Brasil y de Chile. Evan y yo tenían la suerte de conocer a una brasileña cuando vivíamos en Chile. Ella nos invitó a visitarla en su casa que queda en el pueblo de Sao José do Rio Preto. Felizmente aceptamos y disfrutamos del tiempo en su ciudad natal con ella y con su mamá, una persona superamable y cocinera tremenda. Ellas nos dieron un tour de su ciudad y nos enseñaron una de las bibliotecas más únicas que hemos visto. A mí me pareció una araña con sólo cinco patas.

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Una biblioteca bien moderna en Sao José do Rio Preto, Brasil

En Chile, entramos en una biblioteca pública en la comuna de Providencia, Santiago, donde vivíamos. Su uso era estrictamente restringida a la gente que vivía en su distrito particular. Para poder entrar, tuvimos que probar que nuestra dirección quedaba en la misma comuna. Les pregunté si una tarjeta postal era suficiente y se me rieron. La única cuenta oficial que recibíamos en el correo era la factura de internet. Afortunadamente, funcionó como nuestro abre sésamo para la Biblioteca de Providencia.

De vuelta en los Estados Unidos, en Wisconsin hay bibliotecas excelentes. Muchas veces escribo mis ensayos blog en la biblioteca de Monona porque tiene una sala donde mantienen el silencio, con ventanas del piso hasta el techo.

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La pared llena de ventanas de la biblioteca Monona, alta en sus columnas blancas extendidas

La sección juvenil de idiomas mundiales no es particularmente grande allí, pero tiene libros originalmente escritos en castellano y buenas traducciones de libros conocidos escritos originalmente en inglés como los de Mo Willems y JK Rowling.

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Un libro favorito de muchos niños por ser divertido y profundo a la vez

Nuestra biblioteca más cercana está en el centro de Madison. Toda la familia viaja allí por pie, por bicicleta, por bus o en nuestro carro. Sacamos libros, películas, usamos las computadoras, y yo escribo en papel o electrónicamente. Me encanta el ambiente moderno del edificio, los muebles bonitos, el arte que contiene. Personas de 0 a 100 de cada raza y punto de vista están bienvenidas. Me parece el mejor ejemplo de nuestra democracia.

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Paredes de vidrio y un signo de interogación enorme en la biblioteca Central de Madison

La sección juvenil en el sótano es muy imaginativo y divertido. Varios “Cuevas de lectura” están bajo las escaleras, y se llenan de niños todos los días.

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Las cuevitas de lectura bajo las escaleras en la sección de niños de la biblioteca central de Madison

¡Una escalera bilingüe! A nuestre hije le encanta. Los niños suben caminando o saltando contando en voz alto, “¡Uno, dos, tres!” Los números en inglés están a la izquierda, fuera de la foto.

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Vocabulario para practicar los números en español en las escaleras

Para adultos y para los niños, estoy apasionada sobre estos santuarios de conocimiento. Las bibliotecas son recursos para promover la igualdad, son la base de nuestro desarrollo intelectual, son islas de calma en un mundo frenético. Vivir sin ellas sería no vivir bien. ¡Feliz día internacional de las bibliotecas!

Gracias a Crónicas de Otro Mundo por sugerir un ensayo en honor del Día Internacional de la Biblioteca.  ¡Olé! –Rebecca

Hola lectores, ¡Gracias por visitarme! ¿Cuál es tu biblioteca preferida, o lugar preferido para leer? Escríbeme abajo tus opiniones porfa.

Para leer este ensayo en inglés, haz un clic aquí.

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